Este post tenía que llegar. Resulta que desde febrero de 2020, solo unas semanas antes de que el Covid pusiera nuestras vidas patas arriba y nos viésemos confinados, convivo con Maia, una hembra de bichón maltés que es ternura y carácter a la par, y a la que hoy dedico este post. Y es que, al final, como tantos otros, yo también he sucumbido al encanto de estos adorables peludos que son los perros. Y por eso hoy quiero contarte algunas cosas sobre esa conexión especial que a veces ocurre entre escritores y perros.
Hasta que Maia llegó a mi vida con apenas dos meses, yo jamás había experimentado (y eso me hacía escéptica), lo que la presencia de un perro en tu vida suponía de reparador y generador de buena energía.
Un perro te da mucha felicidad
Ellos siempre te dan la bienvenida con una alegría intensa y genuina. No exagero nada al afirmar que nadie jamás te recibirá igual; los perros te dan mucho. No en vano, algunos estudios han concluido que la presencia de perros en nuestras vidas reduce el estrés, la depresión o incrementa la autoestima. Pero todavía hay más, porque está constatado que acariciar a tu perro disminuye la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
Aunque no todo es de color de rosa: un perro te obliga a salir de casa, incluso cuando a veces no te apetece. Y el principio de la convivencia es agotador. Mientras a ellos les sobra energía tú sientes que te va a quitar la vida, porque tienes que estar pendiente del animal todo el tiempo. Además debes educarle, y la sensación es la de que nunca va a aprender, y todo parece imposible; especialmente cuando el animal es todavía un cachorro al llegar a tu hogar.
Si añades tu nula experiencia con un ser vivo no humano, como fue mi caso, el resultado posiblemente será que la idea de tirar la toalla se convertirá en algo sumamente atractivo. Pero debes resistir. Aguantar. Porque solo es cuestión de tiempo.
Si resistes, él o ella te devolverá su cariño con creces
Y no solo recibirás ese cariño inagotable; ellos te darán mucho más, porque resulta que también los perros entienden las emociones humanas y reaccionan ante ellas. Y doy fe: todo esto lo he ido descubriendo en los últimos meses. Y ahora sé que el vínculo que se ha establecido entre mi perrita y yo es cada vez mayor.
Nuestros perros son fieles amigos y siempre confidentes. A Maia le hablo mucho. En realidad, le cuento todo. Seguramente nada entiende, pero te aseguro que me presta toda la atención del mundo. Solo por eso ya la adoro. Y mientras escribo, ella siempre está a mi lado.
Escritores y perros
Muchos de los grandes escritores de la literatura han sido amantes de los perros. También de los gatos, y algunos incluso de otras mascotas más peculiares, pero eso será motivo de otro post.
Que sepamos, escritoras y escritores como Françoise Sagan, Lispector, Tennesse Williams, Faulkner, Galdós, Saramago, Onetti, Neruda, Amy Tan, Steinbeck, Robin Cook o Stefan Zweig, contaron con la compañía de perros en algún momento de sus vidas.
También Edith Wharton, para animar su vida, se rodeó de perros para tener algo de ruido en casa y no vivir inmersa en el silencio.
Lord Byron
De Lord Byron se cuenta que acogía cualquier animal que hallaba o le regalaban. Llegó a acoger un mono, un tejón, un águila, un halcón, una garza, una grulla, varias aves de corral procedentes de diversos lugares, o un oso pardo… y cómo no, también gatos y perros, a los que adoraba.
Como muestra, tuvo una relación muy especial con uno de sus perros, Contramaestre: cuenta una leyenda que, en uno de sus viajes en barco, el perro cayó por la borda, y Byron no dudó en arrojarse al mar para rescatarlo. Más adelante cuando el animal falleció, Byron le escribió este epitafio: “Cerca de este lugar yacen los restos de quien poseía belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, valentía sin ferocidad y todas las virtudes del hombre sin sus vicios”.
¿No es precioso?
Emily Brontë y George Eliot
Sobre escritoras victorianas con perros, se dice que Emily Brontë usaba al suyo, un enorme mastín llamado Keeper, como respaldo mientras leía. George Eliot, también fue una apasionada de los perros. Se sabe que gastó el primer adelanto de su primer libro en la adquisición de un perro.
Virginia Woolf
La influyente escritora victoriana Elizabeth Barrett tuvo un cocker spaniel pelirrojo llamado Flush, que más tarde sería inspiración de la novela Flush, una biografía de Virginia Woolf.
“Flush no era un perro cualquiera: animoso y, al mismo tiempo, reflexivo; canino, sí, pero a la vez extremadamente sensible a las emociones humanas (…) Nos une la simpatía. Nos une el odio. Nos une la prevención contra la tiranía morena y corpulenta. Nos une el amor».
Flush, Virginia Woolf
En esta delicia de novela, Virginia Woolf relató la historia del perro de Elizabeth Barrett con rigor biográfico, recreando la época victoriana a partir de una narración que describe el mundo a través de la mente del perro inmerso en mundo dominado por los olores, las fidelidades y los deseos caninos.
Mark Twain y Agatha Christie
El escritor americano Mark Twain adoraba por encima de todo a sus gatos, pero también terminó sucumbiendo al encanto de los perros.
Agatha Christie, por su parte, tenía un perro llamado Bingo, con el que aparece en multitud de fotografías. El perro la acompañaba siempre, y por supuesto, también estaba con ella cuando escribía.
Truman Capote
Truman Capote estableció una fuerte conexión emocional con su perro Charlie, un bulldog al que el escritor se dirigía en las cartas que le enviaba cuando estaba lejos de casa: «Querido Charlie, aquí todos los perros tienen miedo y pulgas, no te gustarían nada. Te echo de menos. ¿Quién te quiere? T. —¿Quién si no?—»
Fotografías de escritores y perros
A Jill Krementz, fotógrafa y autora de cuentos infantiles, casada con el escritor Kurt Vonnegut, le gustaba retratar a escritores junto a sus mascotas. En este artículo de Estandarte puedes ver algunas de esas fotografías.
Hay constancia de fotografías en blanco y negro de, entre otros, el mago del suspense, Stephen King escribiendo junto a su perro, Marlowe, en 1995. En otra, Kurt Vonnegut, escritor de referencia de ciencia ficción, aparece tumbado en el sofá junto a su perro Pumpkin. Y también Donna Tart, autora de la novela ganadora de un Pulitzer, El jilguero, aparece en imágenes con su perro Pug.
Como puedes ver, son muchos los que en algún momento unieron su existencia a las de estos maravillosos animales.
En definitiva, y desde mi propia experiencia, creo que escritores y perros conforman un buen tándem. Al fin y al cabo ellos son los mejores compañeros durante nuestros procesos de escritura, porque están junto a nosotros en todo momento, y siempre tienen esa mirada de ánimo o entusiasmo, a requerimiento, que aportar justo en el momento preciso.
Imagen Portada: Carmen Navas Sánchez.